Ciudadanía para la paz



Bogota, abril 2015

El desarrollo de políticas culturales se encuentran en un reestructuración desde la visión tradicional que la considera una obligación del estado o gobiernos locales y donde la comunidad es receptora de esas visiones a una donde las personas son quienes determinan lo que se desea construir. Esto se puede ver en general en las políticas públicas, pero en el caso de las políticas culturales es más visible. Hoy cada vez esmás instalada la idea que cultura, ciudadanía y desarrollo.

A pesar esto hablar de políticas culturales públicas continúa siendo un terreno agrio, no despierta inmediato interés en especial cuando hablamos cultura y muchas veces no existe conciencia de la importancia que tiene a la hora de ayudar a traspasar la dimensión  simbólica  que representa  la acción  cultural.  Quizás  porque  las  políticas públicas tienden a mirar el mediano plazo y en ese trayecto se pierden o son reemplazadas por lo urgente o por lo inmediato, por la cotidianidad y así desaprovechamos una de sus características más importantes, que es su potencial de cambio social.

Todo cambio en el acuerdo social que nos rige debe ir acompañado de políticas culturales que lo acompañen para así disminuir las posibilidades de fracaso del proceso. Esto lo digo porque generalmente no  se   implementan,  y  hoy  el  desafío  de  Colombia  es  estar  atento  a  que sí se desarrollen.

Además hay que poner especial atención, porque muchas veces las políticas culturales tienden a desarrollarse desde el centro a la periferia, respondiendo a consolidaciones de visiones previas que no son el resultado de procesos participativos donde sea la comunidad quienes definan cual es la cultura de la paz que se desea construir, perdiéndose en lo burocrático o se centrándose en la cultura sólo como las artes.

La creación de políticas culturales debe responder a una nueva una forma de entender lo público, donde no se limite sólo a lo estatal, sino a un arco más amplio entre estado y sociedad civil, cada uno en rol, pero colaborativamente. Soy un convencido que hoy los   movimientos   sociales unidos   a  las   nuevas   tecnoloas   son   los   llamados   a transformar la forma de hacer políticas culturales.

Y eso está pasando, el Chile de hoy es completamente distinto al de hace cuatro años y eso en gran  parte  debido  a la movilización  social,  ahora  el desafío  de pasar  de la protesta a la acción social.  Y esto es especialmente visible en el mundo de la cultura, que hace rato dejó de ser consumidores pasivos y se han transformado en prosumidores, generadores de contenidos, ideas y acción.

Esta forma de entender lo público estará más preparada al cambio, que cada vez será mayor. En el futuro el cambio constante será lo normal y las políticas culturales deben estar preparadas para ella, quizás aligerándose, siendo menos complejas.

El  desafío  entonces  en  todo  nuevo  acuerdo  de  sociedad,  debe ser  contar  con políticas culturales que fortalezcan las relaciones sociales que dan forma a las identidades locales y regionales, construyendo sociedades que convivan en paz, que los conflictos  se resuelvan de forma no violenta,  que exista una comunidad  que se relacione  sanamente.  Que  exista  respeto,  acuerdos  entre  los  distintos  individuos, grupos y estructuras institucionales que la conforman.

2.   Ejemplos
El caso chileno es muy reciente y además se enfrenta a la idiosincrasia de no pensar mucho el futuro, porque tarde o temprano el país se va a caer ya sea por un terremoto, que cada 50 años nos manda a suelo, maremoto, erupciones, inundaciones o cuando alguna de esas falla, somos los ciudadanos quienes nos  encargamos  de echarlo  abajo.  En el último mes 3 desastres  (un incendio,  una erupción volcánica y una inundación) hicieron nuevamente visible nuestra improvisación y falta de preparación ante los desastres naturales.

Quisiera poner dos ejemplos. Uno histórico y otro que amenaza el futuro, respecto a que sucede cuando no utilizamos políticas culturales que formen ciudadanía para la paz. Históricamente Chile ha tenido 4 grandes conflictos limítrofes, Perú, Bolivia, Argentina y uno interno con los pueblos originarios principalmente con los mapuches. Todos  ellos  tienen  puntos en  común,  se  basaron  en  el  uso  de  la  fuerza  o  la intimidación como lógica de negociación. Todos tienen su origen en el último cuarto del siglo XIX (entre 1866 y 1881) y todos hoy están activos. Unos más que otros, con Pe su último capítulo fue el 2012 en la Haya, con Bolivia en este momento se está en la Haya,  con Argentina  (menos  con Córdoba)  su último capítulo  fue 1991 pero no que cerrado,  por  lo  tanto  está  abierto.  Y  el  último  elemento  es  común,  es que ninguno contempló políticas públicas culturales.

El segundo ejemplo, es sucediendo en este momento. Chile está pasando por una crisis política debido a la poca claridad en la relación entre política y dinero. Se descubrió una red de corrupción, tráfico de influencias y cohecho, en el tema de financiamiento ilegal de campañas políticas y lo que comen a finales del o pasado comprometiendo sólo a 4 políticos de derecha, pero hoy se ha ampliado a casi el 30% de los senadores y diputados en ejercicio y de todo el espectro político, 4 ministros del actual gobierno, al ex presidente Piñera, casi un millar de personas y empresas falsificando documentos y finalmente al círculo cercano de la presidente Bachelet y el porcentaje crece semanalmente.

Y qué relación tiene este hecho con políticas culturales y paz, que actualmente existe en el país un sentimiento  de frustración,  rabia e impotencia  social,  el 75% de los chilenos  no cree  nada de  las  explicaciones  dadas,  más  del  60%  no  vota  y un alto porcentaje  se  siente  desapegado y  apático  al  acuerdo  social  que  existía  como comunidad.  El  miedo  actual  es  que  pasará, hacia  dónde  y  cómo  se  canaliza el malestar y cómo repercutirá en nuestra forma de relacionarnos.

¿ Y cómo llegamos a esto?. Nuevamente entre muchas otras causas, por la ausencia de políticas que pongan en valor la importancia las relaciones sociales, que dejen de ver la cultura sólo como arte, acceso y disfrute del ocio y que la pongan en el centro de la vida en sociedad, en el respeto y la empatía del todo sobre las partes.


En el caso colombiano esto es vital, esta cumbre es muy importante por ello, porque levanta la voz en un momento histórico para decir a estamos, pero principalmente para comenzar  un proceso de construcción  de políticas  culturales  que aseguren  el éxito del proceso. No basta con alcanzarlo, lo importante será mantenerlo.

3.   Una propuesta
Quisiera plantear un ejemplo de buena práctica para la construcción de ciudadanía para la paz y dice relación al papel que puede jugar la educación artística en el apoyo al fortalecimiento de estos procesos. Si bien decir educación, es un lugar común a la hora de enfrentar cualquier problema, el tema de la educación artística ofrece valores añadidos muy importantes a la hora de plantearlo.

Primero, es educación propiamente tal y construye los imaginarios del futuro donde deberán estar los valores que deseamos preservar. Posee objetivos, programas y evaluadores que permiten medir el impacto de lo que se quiera lograr.

Segundo, es fácil de desarrollar y es complementario a la educación formal, se puede hacer en la misma infraestructura de un colegio o de forma independiente en algún espacio cedido o autogestionado.

Tercero, no es particularmente caro, depende los cursos a desarrollar, pero se puede comenzar con espacio  vacío  y  un  soporte  sonoro,  que  hoy  día  bien  puede  ser  un celular.

Cuarto, despierta interés en chicas y chicos desde muy temprana edad, por lo tanto no debemos batallar  tanto  para  mantener  su  atención  o  convencerlos  que  lo que  allí sucede es importante.

Quinto, permite   dotarla   de  sentido   avanzando   de  la concepción tradicional de las artes como disciplina espefica, a una visión de integral de ella como cultura, entendiéndola en su sentido transversal.

En resumen ayudará a crear personas que imaginen mundos, que cuestione los imaginarios oficiales,  que  posean  un  mundo  emocional  más  complejo,  tendrá  esta nueva  visión  política de  lo  público,  construirá,  comunicará  con  mayor  facilidad, valorará los procesos por sobre los resultados, será consciente de su rol como persona individuo y de la importancia de fortalecer el tejido social como base de toda sociedad de la paz. 

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