Políticos y políticas culturales regionales

Concepción, enero 2014

Ya conocidos los resultados electorales, se ha iniciado el festival de nombres para nuevo Director (a) del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), Región del Biobío.

El presente texto tiene por objetivo participar en la discusión sobre el perfil de la persona llamada a coordinar la diversidad de agentes culturales de la región, generando un documento público y de construcción colectiva que sirva para conversar, colaborar y co-crear la región cultural que todos queremos.

Nuestro fundamento es la conciencia que el Chile de hoy es muy distinto al que vio nacer el CNCA (2003). Que sus lógicas de concurso, promoción y competitividad basadas fundamentalmente en el FONDART dan claras muestra de agotamiento y que los representantes políticos no pueden ser frutos del simple cuoteo o de quien mejor enarbole discursos o banderas a seguir; sino quienes tengan las habilidades para conectar personas, ideas y proyectos de importancia regional.

El campo cultural regional ha crecido lo suficiente para desarrollarse bajo una nueva generación de políticas culturales donde el Estado no sea el exclusivo protagonista, sino un transmisor de prácticas innovadoras, un inversionista en proyectos arriesgados y rupturistas, un promotor de la difusión y defensa del patrimonio donde autoridades locales o regionales no lo han hecho.

Esperamos un Director (a) que comparta la necesidad de transitar desde la mirada subsidiaria preocupada del productivismo artístico y la resonancia mediática a un rol de facilitador, promotor y coordinador. Un CNCA regional que trabaje en pro de la asociatividad, las redes, los nodos, el cooperativismo y los clúster. Que avance en procesos de co-working, código abierto y sustentabilidad. Entendiendo que no existirá sustentabilidad alguna sin un proceso de experiencia sinérgica entre todos quienes formamos parte del sistema cultural del Biobío.

Evitar repetir nombres y proyectos personales, ya es un paso. Abrirse a la participación es el siguiente. El origen moderno de la actividad cultural era un privilegio de pocos para pocos, posteriormente fue de pocos para muchos, el desafío del siglo XXI es transformarla en una actividad de muchos para muchos.


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